Difícil es recoger una casa del suelo, mucho más tirarla por la ventana. Tendría que ser la ventana de otra casa, como mínimo. Aún si la casa fuese suficientemente pequeña y la ventana suficientemente grande, ¿de ahí a derrochar dinero? Parece una metáfora rebuscada.
Curiosamente, no tiene nada de metafórico.
En 1763, Carlos III trajo a España una idea italiana: la lotería nacional. Con ella, instauró inadvertidamente una costumbre de lo más llamativa. Los ganadores de la lotería, en señal de festejo y anuncio indiscreto de su nueva fortuna, arrojaban por la ventana los muebles de la casa. Así como suena.
Más de doscientos años después, la frase sigue asociada en el subconciente colectivo a la idea de malgastar.
En un giro aún más sorpresivo, esta tradición se perdió en España (y nunca llegó a Argentina), pero dio media vuelta y se mantiene aún hoy en algunas regiones meridionales de Italia.