Quedar en pampa y la vía significa hallarse sin dinero y a merced del viento. ¿Qué? Sí. En palabras criollas, nada que ver con nada.
El lector argentino reconocerá esta frase como de forja nacional. Más precisamente, la expresión se originó en la ciudad de Buenos Aires, en la calle La Pampa al 1500, cerca del año 1857.
En 1857 abrió en Buenos Aires el hipódromo porteño. Además de las atracciones provistas por las carreras y el juego, ofrecía a sus visitantes un viaje gratis en tranvía desde y hacia la estación de tren más cercana. Ésta quedaba sobre la calle La Pampa, en donde las vías del Ferrocarril Belgrano interrumpen aún hoy el tránsito.
Los jugadores desmedidos que dejaban ir hasta el último centavo en una apuesta perdedora, al terminar la jornada de carreras, podían tomar el tranvía pero quedaban luego varados sin poder pagar un tren que los llevara de vuelta a casa.
Sin dinero, se encontraban estancados en Pampa y la vía.